miércoles, mayo 28, 2008

...Aunque todos los días cada uno de nosotros deba hacer el mismo ritual, hay momentos en el que esto se transforma en algo especial.
Allí no existe el frío ni me falta el espacio, siempre estoy en el lado correcto y la hora no importa.
Es el momento en el que me acerco debido a que mi cuerpo lo pide y es también cuando me encanta obeceder. Es un lugar donde no soy una desconocida y acepto con gusto el ser como soy. Es donde no hay vergüenza, mucho menos temor, donde el descanso parece ser más tranquilo, profundo y relajante. Es cuando no hay sueños porque me siento en uno...y cuando odio la mañana.

Podría seguir pero creo que es algo que ambos sabemos...

simplemente quería decir que...

me encanta dormir contigo. ~

1 comentario :

Anónimo dijo...

Se olvida el frío, siento el velo de tus cabellos al soplo de mi respiración. Saber el calor de tus dedos en los pies o el de tus labios disfrutando la cercanía de los míos. Y a pesar de todo, aprendí a no odiar la mañana, porque al alba dejo mis primeros segundos del día y no dejo de gozar que lo primero que me encuentro es tu cuerpo a mi lado, saber que no te fuiste y que puedo abrazarlo, besarlo de nuevo. Y si todo lo bueno tiene que terminar, se que en tu partida se deja la oportunidad de repetir tan anhelado ritual. Me conforma el recuerdo de tu compañía nocturna y, por su puesto, el saber que si acerco mi nariz a donde estuviste seguiré sintiendo el goce de tu presencia.